Ma. Teresa Pardo Brügmann
Investigadora del CIESAS Pacífico Sur
“…que yo fuera, entonces sí estuviera
aquí; así aquí estaría, pues.”
(Santiago Jiménez Cruz, 13.03.04)
Con estas palabras me recibió el Sr. Santiago Jiménez Cruz, el día sábado 13 de marzo del 2004 que fui a visitarlo al Penal de Ixcotel. Con esta frase lo que él quería expresarme es que si él hubiera cometido los delitos que se le imputaban (portación de armas de fuego, intento de homicidio y asalto), entonces él aceptaría estar en la cárcel, porque así es como debería de ser. En términos performativos la frase también puede transcribirse como: yo no acepto estar en la cárcel (yo no entiendo porqué estoy aquí) porque yo no cometí los delitos por los cuales se me acusa y no acepto-comprendo la situación que devino de este agravio a mi persona. Situación de agravio e injusticia en la que el lector podrá adentrase a lo largo de este escrito.
Conocí, por primera vez, al Sr. Santiago el día 30 noviembre del 2004, cuando por petición de la Procuraduría de Defensa del Indígena -a solicitud del visitador general de la Comisión Estatal de Derechos Humanos- fui requerida como perito en lingüística para realizar un dictamen sobre el grado de manejo del español de este sujeto y evaluar su capacidad para interactuar correctamente en este idioma durante su proceso penal. El peritaje fue entregado el mes de febrero del mismo año, demostrando que este sujeto no era apto para ser procesado en español y que requería de un intérprete.
El Sr. Santiago es un indígena chatino, originario del municipio de Santiago Yaitepec, tenía 26 años cuando se realizó el peritaje y se ocupaba en el oficio de la albañilería en el municipio vecino de San Juan Quiahije. Es padre de cinco hijos -el último nació cuando él ya estaba preso- y era el único sostén económico de su propia familia, así como de sus suegros y su cuñado.
El Sr. Santiago fue aprehendido el 29 de agosto del 2003 en el pueblo de Juquila y durante el momento de su detención recibió un balazo en la pierna derecha. Al poco rato se quedó inconsciente y fue trasladado al hospital civil de la ciudad de Oaxaca. Ahí le amputaron la pierna. A los dos días fue
encarcelado en el Penal de Ixcotel, lugar en el que todavía se halla recluido; esperando que se le de seguimiento a su proceso penal para que el juez finalmente dicte su sentencia. De ser considerado inocente será liberado, pero después de varios años de reclusión y con una pierna menos.
Según las palabras del Sr. Santiago los hechos ocurridos durante aquel 29 de agosto acontecieron así: aquel día, el Sr. Santiago Jiménez Cruz se encontraba en Juquila para trasladarse a la ciudad de Oaxaca, ahí se encontró con un amigo que manejaba un taxi (un vehículo de pasajeros) y el Sr. Santiago le
pidió un “aventón” a Oaxaca. El amigo le dijo que sí, pero que iban a llevar un pasaje especial. Mientras el “pasajero desconocido” llegaba, el Sr. Santiago fue a comprarse un refresco a una tienda cercana y al poco rato su amigo pasó por él. El pasajero -hasta ahora desconocido por todos, también por las
autoridades competentes- ya se había subido al vehículo y había puesto su maleta en la parte trasera del auto. Al poco tiempo de haber arrancado el vehículo, los empezó a perseguir una camioneta de la policía ministerial y el pasajero susodicho se bajó del vehículo cuando éste todavía estaba andando y
se echó a correr. Cuando el vehículo finalmente fue detenido, frente al asombro y la angustia del chofer y del Sr. Santiago, la policía revisó la maleta del “pasajero desconocido” y encontró dos pistolas. Como resultado de tal acontecer, el chofer y Santiago se asustaron y también se echaron a correr. Al
poco tiempo alcanzaron a detener al chofer -quien fue recluido en el Penal de Juquila- y como no alcanzaban a Santiago le aventaron un balazo, quién como hemos dicho quedó inconsciente con una bala en la pierna, siendo trasladado posteriormente al hospital civil de Oaxaca donde le amputaron de la rodilla para abajo y después de dos días de esta operación quirúrgica mayor fue llevado preso al penal de Ixcotel.
El Sr. Santiago me dice que se acuerda que la bala sólo le atravesó el músculo y no entiende por qué le amputaron la pierna. Sin embargo, él estaba inconsciente y aunque hubiera estado consciente quizás de nada le hubiera servido porque, desafortunadamente, para la mayoría de la sociedad oaxaqueña los indígenas siguen siendo ciudadanos de segunda, más aun cuando “ni siquiera saben expresarse correctamente en español”. Hasta la fecha sigue recluido en el penal de Ixcotel, al parecer no ha conseguido un buen abogado defensor y su proceso se ha extendido más allá de lo debido. De hecho se ha complicado, porque mientras que los indígenas son detenidos (en situaciones casi siempre violentas) quedando coartados de su libertad durante el tiempo que dura su proceso, sus agresores quedan libres y con manga ancha para armar sus coartadas.
Hasta marzo del 2004 no se había podido comprobar la culpabilidad del Sr. Santiago como asaltante, pero al poco tiempo aparecieron dos testigos presentados por el agente que le disparó que estaban dispuestos a atestiguar esta condición. El Sr. Santiago pidió un careo con estos dos testigos, pero con
una serie de argumentos de carácter burocrático no le han permitido este careo. Sin embargo, la presencia de estos dos testigos se ha venido a sumar a su expediente penal.
No es el caso de este artículo demostrar la inocencia o no del Sr. Santiago. Sin embargo, no se requiere ser muy versado en la materia para suponer su inocencia en el caso de intento de homicidio, ya que este delito se le fincó durante el momento de su detención. Según su propio expediente, las dos armas registradas se encontraban dentro de la maleta del “pasajero desconocido” y los balazos acontecidos durante tal evento fueron los que impactaron la pierna del ahora acusado. Con respecto a los delitos de asalto, al parecer la población de Juquila había denunciado la presencia de una banda de asaltantes en la región y por ello se había instaurado un cuerpo policiaco. Tendría varios argumentos para decir que el Sr, Santiago no pertenecía a esta banda de asaltantes, pero por ahora mi pregunta es: ¿tiene la justicia el
derecho de quitarle a uno una pierna y recluirlo por cinco año y medio en un penal sin que uno entienda su proceso, por más delincuente que uno sea?
Las causas de su detención, objetables o no, y cuya casuística si es bien objetable en términos de cualquier reglamentación de los derechos humanos fundamentales, para el Sr. Santiago sólo se traducen en una pérdida total de su libertad para:
hablar, en tanto que posee un dominio insuficiente del español que no le permite defenderse en el ámbito jurídico y que tampoco le permite relacionarse con los otros presos de Ixcotel.
defenderse, en tanto que no posee los mecanismos (socioeconómicos, lingüísticos y culturales) para interactuar equitativamente dentro de nuestro sistema de impartición de justicia.
caminar, en tanto que tiene que trasladarse con muletas.
Hasta el presente, el Sr. Santiago lleva cinco años y medio recluido; llevando a cuestas la pena de no comprender el porqué de su reclusión y mucho menos las oportunidades para defenderse y tener la esperanza de algún salir de ahí. A ello hay que agregar, la pesadumbre que le acongoja por no poder mantener a su familia, así como de no poder verla frecuentemente. Es evidente que las consecuencias de los hechos devenidos a partir del momento de su aprehensión lo han situado como un preso físicamente amputado y comunicativamente lisiado para defenderse e interactuar equitativamente con
los otros reos.
El actual estado físico de este preso indígena es indignante, su estado emocional es alarmante. Con una evidente cara triste en la que a veces se observan apenas chispazos de indignación, el Sr. Santiago me expresa, mediante su muy particular uso del español, su consternación al no entender porque está ahí, ni tampoco el porque de todos los hechos que le acontecieron.
Ha optado por mantenerse bastante aislado dentro del penal y poco habla con los otros reos. Durante mi segunda visita, después de una larga espera, lo tuvieron que ir a buscar porque no escuchó su nombre por el altavoz, “tan poco me visitan” –me dijo- y es que el pasaje de Yaitepec a Oaxaca es bastante caro y sus parientes no tienen el dinero para trasladarse. Hasta el momento de escribir este artículo, diciembre del 2008, el Sr, Santiago Jiménez Cruz sigue recluido en el Penal de Ixcotel, desconoce la situación y avances de su proceso, aunque sus abogados le aseguran que muy pronto saldrá. ¿Cómo es posible que si la propia Comisión Estatal de Derechos Humanos fue la que requirió el peritaje lingüístico, no haya mantenido el seguimiento del proceso y, a su vez, no haya solicitado un peritaje médico
para fincar las responsabilidades de los culpables? Personalmente en varias ocasiones me comuniqué con la Procuraduría de Defensa del Indígena y con la Comisión para pedir este seguimiento, pero mis peticiones no tuvieron efecto.
Por ahora, el Sr. Santiago Jiménez Cruz está esperando, como muchos indígenas de Oaxaca, que se le haga justicia.